Sexo Tántrico: Libertad por igual para todos

El sexo tántrico se enmarca en el contexto del Tantra, proveniente de la antigua India y el Tibet.

El sexo tántrico era originalmente una práctica abierta a todos, sin distinción de castas que permitía acceder a la trascendencia.

Dentro de las premisas fundamentales del sexo tántrico, estaba el respeto incondicional por todos y la libertad por igual para todos los seres humanos.

En el sexo tántrico la integridad moral de la mujer no tiene mancha, concepción muy distante de la que considera a ésta como el origen del pecado, la tentación y la condena, según las tres religiones monoteístas más importantes; pero también algunas ramas del hinduismo y del budismo creen que la mujer es poderosa y vía de transmisión de las enseñanzas místicas más elevadas.

La concepción del sexo tántrico no hace distinción entre lo puro y lo impuro, la belleza y la fealdad, el bien y el mal. Al igual que en la concepción taoísta de Yin-yang los opuestos se complementan para configurar el proceso de lo divino.

Los valores matrísticos (R. Eisler, M. Gimbutas) que estaban presentes en el tantrismo, constituyen patrones de relación diferentes que tienden a la armonía; la espontaneidad y sinceridad, la filiación y la sinergía. Valores muy similares a los que identifican a las culturas matrísticas y son las que proclamó Jesús en sus enseñanzas.

En resumen, en estas concepciones la divinidad está en el ser humano, no más allá de éste, y se manifiesta a través de su modo de vivir.

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