Después de tener relaciones sexuales lo más probable es que quieras darte la vuelta y dormir. Es tal el relajo que invade tu cuerpo que deseas que el mundo se detenga durante algunas horas. Es evidente que estás desarmado. Pero encuestas que se han realizado a las mujeres revelan que ella sigue teniendo deseos.
No son recomendables los abrazos pegajosos. Y como todavía no estás apto para volver a intentarlo, acaricia a tu compañera, demostrándole sentir que no está sola.
Después de hacer el amor, el cerebro reparte inunda el sistema nervioso de oxitocina, la hormona sexual por excelencia. Además, este neurotransmisor está asociado al tacto y emociones relacionadas con la confianza. Como puedes ver, las caricias son el aliado perfecto.
Evita las zonas más sensibles, como los pezones, ya que en este momento su sensibilidad ha aumentado en un 25%. Prefiere la zona baja de la espalda. Más de una cuarta parte de las mujeres quiere volver a intentarlo de manera inmediata, ya que la sangre se retira más rápido del pene que de la vagina, y la excitación continúa.
El clítoris está demasiado sensible. Por eso prueba a colocar a tu compañera encima tuyo suavemente, dale besos, susúrrale al oído. Ahora, continúa.
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