Feromona es una palabra que deriva de dos palabras griegas: pheran (transferir) y horman (excitar). Esta sustancia es la que producen los animales y afecta el comportamiento reproductivo de otro animal de la misma especie, y actúa a distancia.
En los seres humanos, los feromonas se activan en la pubertad. Los hombres y las mujeres producen cantidades variables de feromonas «masculinas», la androsterona y el androsterol, pero solamente las mujeres secretan las feromonas femeninas de la cópula.
Producidas por las glándulas apocrinas de la axila y los alrededores de los órganos genitales, las feromonas envían señales que son recibidas por el órgano vemeronasal (OVN), que se encuentra dentro de la nariz. El OVN transmite estos mensajes a la parte del cerebro que gobierna las sensaciones humanas más básicas, como alegría, cólera, amor, odio y despertar sexual.
Aunque no somos conscientes de las feromonas de otra persona -no podemos «olerlas» en el sentido tradicional-, ellas tienen un impacto importante en nosotros. Encienden el impulso sexual, aumentan la fertilidad y ayudan a regular los ciclos menstruales de las mujeres.
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