Infidelidad… y sus sentimientos

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Es así, cuando uno está a punto de cometer una infidelidad, salta ese sentimiento insoportable y sofocante de culpa que atormenta a todo tipo  de persona. Sin embargo nos olvidamos que los encuentros clandestinos y el deseo de estar con otras personas no surgen de la nada, y muchos menos de un momento para otro.
Como seres humanos que somos, y un poco caricaturescamente, tenemos los dos yo que nos hablan uno de cada hombro, y tienen nombres muy claro: tentación y culpa. A veces escuchamos a una, y a veces a la otra, o bien somos personas capaces de encontrar y mantener un equilibrio que nos proporciona calma y alivio.

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Quienes hayan practicado estas situaciones, y no tiene sobre todo una creencia religiosa demasiado exigente, sabrá que las cuestiones morales, poco influyen en el momento de tomar la decisión y accionar. Más bien la parte complicada de las infidelidades, son las excusas previas a cometerlas. Los seres humanos tenemos la costumbre de darnos explicaciones todo el tiempo, y para estas ocasiones necesitamos propósitos que justifiquen nuestras ausencias y nuestras llegadas tardes.

Pero, para las personas que nunca han sido infieles, pero están muy cerca de llegar a serlo, entonces la situación será diferente. Es completamente normal que se encuentre con sentimientos de duda, de miedo, de estado de alerta contante, y claramente e inevitablemente, la famosa culpa.

Las excusas, al igual que la culpa, generan en las personas un estado de persecución y de alto malestar cuando se está con su respectiva pareja, que producen que cualquier ser humano se justifique con declaraciones insulsas que terminan por demostrarle al otro la falla que se ha cometido.

No podemos olvidar, ni dejar de lado, que hoy en día, en un mundo cibernético como el que vivimos, los celulares, y las computadoras, y las aplicaciones que ellos contienen, son los principales instrumentos por el cuales son descubiertos las infidelidades, y para una persona es casi imposible lidiar con el cuidado riguroso, de no ser descubierto, que ello requiere.

Sin embargo, más allá de los argumentos que uno pueda formular, los factores que llevan a una persona a cometer la imprudencia de un acto infiel, no son puramente debidos a los problemas de pareja, o malestar con el compañero que ha elegido tener permanentemente, se debe también a comportamientos puramente de naturaleza humana que nos son casi imposibles de manejar.

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